Declaración de principios

Este blog se inaugura como punto de encuentro, como no-lugar para compartir, sin más límite que el del respeto, sin más sentido común que aquél del que os sea imposible despojaros. Bienvenidos. Adelante. Entrad. La puerta está abierta.

viernes, 29 de junio de 2007

CRISTALES NO CORRESPONDIDOS

Ha no mucho tiempo, discutía con alguien sobre la cuestión de si una persona enamorada no correspondida debía o no declarar sus sentimientos, hacerlos llegar, empujarlos hacia el oído del ser amado en forma de susurro o de carta de amor.
El problema no es fácilmente respondible. Para la persona con la que hablaba, esa declaración era casi una traición hacia el otro, más aún, una traición a sí mismo, a la dignidad del que rompe su silencio y pone, con ello, en peligro la estructura completa del mundo. Para la persona con la que hablaba, probablemente, el pánico no proviene tanto del punto de vista del que ama y lo expresa, como del que es amado y no sabría qué hacer con tal gesto de sinceridad. Es complicado.
Cuando Cupido se venga de Apolo, es implacable: de su saetífera aljaba -cuenta Ovidio- sacó dos dardos de efectos diferentes; uno de ellos, produce el amor; el otro, lo hace huir. El dardo de la venganza es un dardo doble: Apolo amará a Dafne y, no contento con ese castigo, además, Dafne huirá de Apolo. El castigo de Apolo no es declararse, sino no alcanzar jamás al objeto de su amor. Pero tal vez, de alguna manera, el castigo de Dafne sí sea que Apolo comparta sus sentimientos por ella, tener que enterarse de que alguien a quien no aprecia la pretende. Así, Dafne no puede menos que huir, esconderse en las profundidades del bosque, desaparecer, intentarlo al menos, para borrar de su memoria cuáles son los sentimientos de Apolo hacia ella.
Tal vez, Cupido no hizo un buen cálculo: si era con Apolo su enfado, tendría que haber sido para Apolo el dardo de la huida, y no para Dafne. Por suerte, la historia tiene un final feliz. En su desesperación, Apolo apela a las divinidades de los ríos, y les pide la metamorfosis de la figura de Dafne, el ser amado al que odia amar. Apenas acabó Apolo su plegaria, la bella Dafne se empezó a transformar: una delgada corteza ciñe su tierno pecho,/ sus cabellos crecen como hojas, sus brazos como ramas,/ sus pies ha poco tan veloces se adhieren en raíces perezosas,/ en lugar del rostro está la copa: sólo la belleza queda en ella (Ovidio, La Metamorfosis, 548-552). Final feliz, pues, en tanto que Dafne, el bello árbol Dafne, no oirá nunca más los sollozos desgarrados de Apolo, ni sus susurros cariñosos, ni sonido otro que el de la brisa entre sus ramas.

6 comentarios:

NSN dijo...

Dichoso mito, ¡¡cuántos quebraderos de cabeza nos habrá dado!!, sobre todo por su actitud de ausencia de ética de base. La huida de Dafné es así, una carencia de ética, todos sabemos qué es amar, y qué es amar sin ser correspondidos, y qué es que nos amen sin ser correspondidos. No hay posición más amoral que la huida, el silencio. Y en ese momento Dafné se convierte en un árbol, quedando sóla frente y con su belleza. No habían sido lectores de Wittgenstein estos griegos (evidentemente) no hay estética sin ética, y viceversa. Mil gracias por este comentario.

Belzebu dijo...

Mi pregunta es la siguiente:
Si no lo sabe la otra persona, si no se lo confiesas, como sabes que es un amor no correspondido?

Siempre, por dificil que parezca, hay que hacer lo que te ordena el corazon, el tiene todas las claves. Para mi desear y querer confesarlo y no hacerlo es vivir en una mentira constante, de la cual seguro que se sale mal parado, en cambio si te dejas guiar por el corazon, no te cierras, de entrada, ninguna puerta.

No se si lo compartireis, pero creo que siempre he hecho lo correcto. Y no hace tanto que lo he puesto en practica...;P

Belzebu dijo...

Siempre he pensado que Apolo es un poco cabron, bueno bastente, la verdad. Porque no pide que le transformen a el en arbol? Que putada para Dafne.

Carmencilla, que es de ti? podrias poner algun coment en tu propio blog, eh!

Rui Cancela dijo...

Resulta igual para mí la "sinceridad" o la "verdad" en estas cuestiones.
O sea, la "sinceridad" puede que sea una cuestión importante (o la "verdad"; pero tendríamos de tratar de saber lo que es y no lo que pensamos que sea). La mayoría de las veces son argumentos que nosotros mismos utilizamos para que posamos justificar nuestras acciones. PERO, en cosas un poco más importantes, como el amor o la amistad o la vida misma, la "sinceridad" o la falta de ela da igual; es cosa para quien necesita de seguridad y el amor, correspondido o no, todos lo sabemos, es la contradicción pura: seguridad sí, pero miedo al mismo tiempo; felicidad y angústia...

Así que la cuestión es muy sencilla ( y yo estoy loco claro), la ha contestado Cervantes (con Quijote) o Pessoa. "o poeta é um fingidor e finge tão completamente que chega a fingir que é dor a dor que deveras (de verdade) sente".

Por eso que se debe de hacer en una situación de esas? Lo que te de la gana. O sea, lo que tu piensas, puesto que ahí no hay sentimiento, que puede transformar el objeto inalcanzable en alcanzado. Si es el silencio, pues que lo sea; si son las palabras pues que lo sea tanbién. Eres un raptor, no un angél!
Y no hay guión ni llaves (es este el encanto de Cupido; no el enamoramento pero sí el estado de perdición).
Y cuanto más demagogico y retorico y inconsecuente pues tanto mejor.
Puede ser que resulte el miraculo y te transformes tú en conviva de una fiesta para la cual no tienes ticket.
Por que a las que te invitan...bueno...de esas podemos pasar.

(perdona mi castellano nena, pero en portugués se quedaría más confuso, al menos para mi mismo).

Anónimo dijo...

Qué caray... y uno que piensa que al confesar el amor, aunque no sea correspondido, quedará en paz al menos con la propia alma. La verdad no sé qué es peor, querer a alguien que no te quiere, o se querido por alguien a quien no quieres. Supongo que al menos en la primera opción existe la alegría del sentimiento; sea cual sea el desenlace, ese momento de ilusión que nos hace albergar tanta esperanza nos vuelve un tanto irracionales... y por alguna razón la gente irracional es más feliz.

Qué lástima que no todos podemos convertir en árboles a los objetos de nuestro amor. Todos tendríamos hermosos jardines.

:)

laeienda dijo...

Gracias, Pamela, por tu comentario: estoy en deuda con quienes pasan por aquí a dejar sus reflexiones... en especial en estos últimos meses... A pesar de mi ausencia y dejadez, vuestros escritos son muy valiosos para mí. Con cada uno de ellos, una sonrisa.