Declaración de principios

Este blog se inaugura como punto de encuentro, como no-lugar para compartir, sin más límite que el del respeto, sin más sentido común que aquél del que os sea imposible despojaros. Bienvenidos. Adelante. Entrad. La puerta está abierta.

martes, 26 de junio de 2007

HISTORIAS DE CRISTAL

A Toyen, a Nuri, a Belcebú y a Lady Olé, porque sus historias me emocionan.
Decía Claudio Magris, en el primer párrafo de su libro A ciegas: "a decir verdad no estoy seguro, por más que haya sido yo quien lo escribiera, de que nadie pueda contar la vida de un hombre mejor que él mismo". Yo tampoco estoy segura de que tuviera razón. Más bien al contrario, estoy en total desacuerdo con esa primera idea suya.
No es ésta una ley que sirva para todos los hombres, es cierto, pero sería ingenuo pensar que todos nosotros tenemos los derechos exclusivos del copyright de nuestras vidas. En cualquier caso, y aunque no sea siempre así, otros pueden escribir nuestra historia mejor que nosotros mismos, de tal modo que el protagonista, al leerse, se podría encontrar un "sí mismo" más idéntico a su "sí mismo" del que jamás pudiera haber escrito, dicho, pensado o sentido nunca. Y por qué no. Si bien, tampoco es fácil que esto ocurra: probablemente incluso lo que suceda sea que ante un cuento o una narración, por ejemplo, el protagonista niegue la realidad, afirme que nunca pasó así y jamás reconozca que todo empezó con un plano aéreo de la ciudad, que continuó con un flashback sobre vivencias del pasado ni que todo terminó con un fundido en negro cerrándose sobre su rostro. Pero, ¿qué sabrá esa persona de lo que realmente sucedió allí? ¿Qué podría contarme de sí misma más real que eso? Como todos sabemos, si las historias pretenden tener un mínimo de verosimilitud, necesitan un poquito de artificio, una pizca de atrezzo y mucho, muchísimo, maquillaje.
A mí, personalmente, me encantaría encontrar a ese escritor que me contara, que me narrara como si de un doble mío se tratara, que me dijera quién soy, qué me ha pasado, qué siento por alguien. Y aunque no fuese ése el resultado: correría con el riesgo.

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