La vida actual, por más delirante que pueda parecer esta afirmación, se mantiene en su vieja atmósfera de estupro, de anarquía, de desorden, de delirio, de desenfreno, de locura crónica, de inercia burguesa, de anomalía psíquica (pues no es el hombre sino el mundo el que se ha vuelto anormal), de intencionada deshonestidad y de hipocresía insigne, de miserable desprecio por todo lo que acredita linaje, de reivindicación de un orden enteramente basado en el cumplimiento de una primitiva injusticia, de crimen organizado en suma.
Esto va mal porque la conciencia enferma tiene el máximo interés, en este momento, en no salir de su enfermedad.
Así es como una sociedad tarada inventó la psiquiatría, para defenderse de las investigaciones de algunas inteligencias extraordinariamente lúcidas, cuyas facultades de adivinación le molestaban.
(En VAN GOGH: EL SUICIDADO DE LA SOCIEDAD y para acabar de una vez con el Juicio de Dios. Antonin Artaud)
viernes, 8 de junio de 2007
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